Noche de observaciones astronómicas en un
cielo completamente despejado e iluminado por una gran luna brillante en fase
creciente, que nos regalaba un espectáculo maravilloso con sus cráteres,
planicies y cordilleras.
El próximo día 11 de abril la podremos contemplar en fase
completa.
AQUÍ podéis ver un calendario lunar para este mes:
Júpiter en oposición coincidía con el máximo
acercamiento de su órbita a la Tierra, a 666 millones de kilómetros de
distancia. Nuestro planeta se coloca entre el gigante gaseoso y el Sol, una
situación que solo sucede cada trece meses. Así que hasta dentro de más de un
año, no podremos contemplar a Júpiter tan cerca de nosotros. Pudimos distinguir
perfectamente las franjas que delatan sus permanentes tormentas, y algunas de
sus lunas. Las más grandes de ellas, los cuatro satélites galileanos, Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, fueron
descubiertos en 1610 por Galileo
Galilei.
Si quieres saber más sobre Galileo Galilei, pincha AQUI
Más
información sobre las lunas de Júpiter, AQUÍ.
Un interesante documental sobre Júpiter, AQUÍ
Sin necesidad de usar telescopio,
contemplamos las estrellas más brillantes del firmamento que pueden verse en el
hemisferio norte en esta estación del año: Betelgeuse, Capella, Vega, Arturo,
Aldebarán, Spica…
Si quereis ampliar información sobre estas grandes luminarias
y algunas más, pinchad AQUÍ.
En el Cinturón de Orión pudimos contemplar,
esta vez con un potente telescopio, la nebulosa de Orión.
Algo más difíciles de ver fueron algunas
galaxias espirales en la zona del noroeste, aunque no por ello menos espectaculares.
Hacia el norte, pasando a gran velocidad a las 22:37 h, pudimos
ver pasar a la ISS, la Estación Espacial Internacional, (International Space
Station), donde 6 astronautas dan 16 vueltas a la Tierra cada día, viajando a
una velocidad de 7,66 Kms/s, 27.600 Kms/hora, lo que les supone poder ver un
amanecer y un anochecer cada hora y media. Más información, AQUÍ:
Este dato me recordó aquel pasaje de mi libro favorito, “El
Principito”, donde el niño solo tenía que mover su silla unos pasos en su
asteroide para contemplar un nuevo atardecer,
que gustaba de mirar cuando se encontraba triste. Hay que estar muy
triste para querer ver contemplar una puesta de sol cuarenta y tres veces en un
solo día.
Si queréis leer este bonito capítulo del libro, pinchad AQUI
Nosotros anoche no contemplamos la puesta de sol, pero la visión
cercana de aquellas lejanas estrellas, algunas de las cuales probablemente no
existan ya, y que están tan distantes que sólo podemos ver la luz que emitieron
hace millones de años, hizo sentirnos parte de un Universo (o varios, según algunas teorías) compuesto del mismo tipo de
energía que nosotros.
Quizás seamos una ínfima parte de la inmensidad, pero saber que
estamos hechos de la misma materia que el gigantesco Júpiter, nos hizo sentir
dioses.
Qué maravillas de los cielos que sólo se pueden ver de noche, en sitios apartados
ResponderEliminar