Como el reloj de Estrasburgo





"Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno". Tesis 94, Las 95 tesis, Martín Lutero, 1517.

"En cuanto a mí, si Dios eligiera alejarme de las funciones pastorales, no hay otra ocupación que ejercería más alegremente que la de director de escuela, dado que... no hay un trabajo más bello y significativo que ese". Martín Lutero, hacia 1525.



"...como un raro reloj, tal como el de Estrasburgo, donde las cosas están tan bien dispuestas, que una vez puesta la máquina en movimiento, todas proceden según el plan del artífice, y los movimientos de las estatuas pequeñas que a determinadas horas realizan unas u otras cosas, no requieren de la intervención peculiar del artífice o de otro empleado por él, sino que realizan sus funciones particulares por la disposición general y primera del artefacto entero." A free enquiry, Robert Boyle, 1685.



El reloj de Estrasburgo es considerado la máquina autómata más antigua de Occidente. Su primera versión, de alrededor del 1350, ya contaba con un gallo autómata que cacareaba y aleteaba al dar las horas. Su maquinaria requería del trabajo de minuciosos y expertos relojeros. Capaces de hacer posible que cada diente de cada rueda se moviera al compás que le correspondía. Entre 1547 y 1574 se creo el segundo reloj, que fue el realmente asombroso.  Éste era un reloj astronómico y por lo tanto indicaba el movimiento global de los planetas sobre un astrolabio. Un calendario perpetuo indicaba las fiestas movibles en un periodo de 100 años. Por último, estaban pintados los eclipses en paneles. Sito bajo la enorme torre de la catedral de Estrasburgo, a orillas del Rin, durante mucho tiempo fue un modelo de perfección. Aún hoy, resulta llamativo. 

Un siglo antes de la segunda versión del reloj, posiblemente fueran la minuciosidad y el control de los mecanismos, el buen trabajo, y su beneficio, lo que llevó a Estrasburgo al joven platero Johanes Gutenberg. En 1439 se vio envuelto en un proceso, por el que sabemos que Gutenberg había formado una sociedad para desarrollar ciertos procedimientos secretos; en el expediente judicial se mencionan los términos de prensa, formas e impresión. A partir del diseño de la prensa de uvas para hacer vino, y fundiendo en hierro las letras, creó la imprenta, que supuso un verdadero cambio del mundo, al hacer accesibles los libros a un gran público. Su primera publicación fue la Biblia. Él murió arruinado, pero la difusión de la Biblia hizo posible que los fieles tuvieran acceso de primera mano a la palabra revelada, anteriormente una herramienta de los clérigos, e hizo posible por tanto la aparición del protestantismo, que llamaba a un libre examen de la Revelación. Para ello, debían primero aprender a leer.

Martín Lutero era un hombre impulsivo. Fue el joven brillante y digno que aspiraba a un puesto funcionarial en una ciudad alemana, hasta que en un día del verano de 1505 le cayó un rayo al lado, y gritó: «¡Ayuda santa Ana! ¡Me haré monje!». Sobrevivió, e inmediatamente lo dejó todo y entró en un monasterio agustino, donde se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones,...y a la confesión constante. Siempre admiró el régimen estricto de la vida monacal, en el que trató de ser el más riguroso de los hermanos. Pero cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados. Por expresar las quejas que tenía de la organización de la que era miembro, el 31 de Octubre de 1517 clava las famosas 95 tesis en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg, dando comienzo al protestantismo, el gran cisma moderno de la iglesia cristiana. 
A mediados de 1518, un año después, una mujer comenzó a bailar fervorosamente en una calle de Estrasburgo. En una semana se habían unido 34 personas más y en un mes eran ya al menos 400. Las autoridades no encontraban respuesta cierta a lo que estaba pasando. Decidieron animar a la población a seguir bailando, construir un escenario, y contratar músicos, hasta que la epidemia de baile terminase. Pasados los días, muchos de los danzantes murieron en este estado, tras sufrir ataques epilépticos definitivos. 
Una posible explicación, moderna, es que se debió tratar de un caso de intoxicación por el hongo llamado cornezuelo del centeno, posiblemente presente en panes; tal hongo contiene un producto psicoactivo equivalente al LSD. Otros expertos aducen otras causas, o lo dan por inexplicable.
Entonces se buscaron causas en un súbito calentamiento de la sangre, en una peculiar conjunción planetaria, y también se barajó la conexión con la inolvidable noche de San Valentín, siglo y medio antes, cuando los estrasburgueses, en plena epidemia de peste, decidieron masacrar a su abundante población judía, creyendo que así se librarían de la mortal plaga y marcando un hito de la crueldad humana. 
Sea como fuere, las autoridades se mostraban muy abiertas a una regeneración civil y religiosa. A un nuevo orden de las cosas. Los planes de una reforma social completa ya llevaban tiempo sobre la mesa de los mandatarios civiles, antes de Lutero. Parece natural que acogieran con entusiasmo la novedad luterana. Ya a finales de la década de los 20 se habían abierto allí varias escuelas públicas. Uno de los brillantes activistas del movimiento, Melanchton, divulgaba en toda Europa la necesidad imperante: Porque esa es la voluntad de Dios, los padres han de enviar a sus hijos al colegio, de modo que se preparen para Dios nuestro Señor y sean de provecho a otros (Instrucciones, Melanchton, 1528). Es interesante recordar que en 1535, incidiendo en el poder del libre examen, Lutero proclama su propia traducción e interpretación de la Biblia como la única válida. En 1538, en plena tensión y entre guerras de religión, sus fervientes seguidores están en control del ayuntamiento de Estrasburgo. Se han hecho con las propiedades de la Iglesia y sus monasterios, y son el brazo de Dios en la tierra. Sólo son algunas de las ventajas que ha procurado la reforma.
Pero la población sigue siendo mayoritariamente católica, fiel a Roma. Según la nueva doctrina, la población ha de profesar la fe de sus mandatarios, y esto, es de sospechar, tiene un peso en la rápida creación de las primeras escuelas obligatorias. Por los factores expuestos, por otros, y porque fue así, la primera escuela de este tipo, para niños hasta los catorce años, fue el Gymnasium de Estrasburgo, todavía existente y hoy llamado Jan Sturm Gymnasium. Se instaló en lo que había sido el convento de los dominicos. Su creador y director, el pedagogo luterano Jan Sturm, quería "hacer la piedad, basada en el conocimiento y la elocuencia, el propósito de los estudios"

La meticulosa seriedad, la probidad de los maestros, la necesaria disciplina y el buen hacer de su director, hicieron del Gymnasium un éxito. El ansia educadora había creado su modelo. Los nobles dirigentes de numerosas otras ciudades iban a imitarlo rápidamente. Los muchachos salían, hornada tras hornada, tan bien formados como las figuras del reloj de la catedral. Si seguimos los anales de la propia escuela, ninguno se destacó particularmente en su tiempo, mas parece haber sido una gran escuela para los propios maestros, pues son recordados varios de ellos. Uno fue el famoso fugitivo francés Juan Calvino, quién durante su estancia y ejercicio allí, vio las posibilidades enormes de la instrucción compulsiva. Después, en la ciudad suiza de Ginebra, habría de desarrollar magníficamente una instrucción muy inclusiva, de cero a cien años, igualitaria, moderna y por supuesto gratuita, como veremos en la siguiente entrega.
Y así comenzó lo que entonces fue una novedad.

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