El derecho a soñar

Quizás porque mi niñez
fue una alegre canción de cuna
Recuerdo la noche sin luna
De su mitad en penitencia
Desde las siete a la una
Desde las cuatro a las diez
En la casa de la docencia
Sin nombre ni casa alguna
En la ordinaria ordinariez
De la constante presencia
Entre mil desconocidos
Entre un millón de apellidos

No tengo ninguna queja
También detrás de esas rejas
Se vivía bien vivido, se escuchaba al ruiseñor
que te cantaba al albor
se aprendía el romancero
y a hacer peyas en enero
Pero si hubiera sabido
No hubiera ido
Si me hubieran preguntado
Cada día, como hace mi hijo,
me habría negado

Cuando a alguien le has de explicar
Por qué al colegio o escuela
no les vas nunca a llevar
Ya es mucho explicar

Mi abuelo el que fue a la guerra, si la hubiera sobrevivido
no me hubiera dicho: ¿si no lo conoces cómo puedes saber que no te gusta?

El buen hombre creyó en su idea, pero al niño no se le deja creer
Los niños viven más intensamente, y a eso sí tienen derecho. Su vida no es para cuando sean mayores, es ya, con 5 años, con 8, con 13. Los días son largos a esa edad.
La gente habla de vivir el presente, de vivir el ahora
pero a los niños les retrasan 18 años su hora y su ahora,
por el ora et labora
Se tienen que preparar para nada, la infancia es el mejor momento de la vida. Pero por eso de que son esponjas, se les sumerge en obediencia, a ver si lo absorben, hay que ser cruel para ofrecerle eso a nadie en la vida. Para servir al Estado, al partido, a la familia Puyol, a estadísticas en aumento,
a políticas públicas del 1900, como si la política pública tuviera algún derecho sobre la vida única y respetuosa de nadie
Como si fuesen apóstoles de la Verdad revelada, tratan al resto como manada
El derecho natural a mandar y a obedecer se opone al derecho natural a pasar de largo y de lado


Y aquí la vida singular de Giuseppe, o José , Garibaldi, quién salvó hasta a 12 personas de morir ahogadas, unificó Italia y que no conoció otra escuela que la de sus sueños de libertad.







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